Capítulo diecisiete.

En el capítulo anterior...

Definitivamente había perdido el control de mi vida. Dejo el móvil donde estaba y le doy un último sorbo al café, para después quitarme la ropa y meterme en la cama. Ha sido un día bastante largo y, realmente añoraba mi cama. Mil pensamientos cruzan mi mente, imaginando historias surrealistas , soñando sueños imposibles, jugando a juegos en los que podría quemarme.

Un final feliz. Mi cabeza soñaba con eso, un final donde el prínpice rescataba a la princesa. Un final en el que los ogros desaparecían gracias a los polvos mágicos de campanilla. Un helado chorro de agua cae sobre mi cara, y no estoy soñando.
-¿Qué...?-Digo. Me quedo callada en cuanto veo a Héctor, mirándome fijamente. Sostiene algo, un bate, un puto bate de béisbol. 
-Esto por los 10000, guarra!-No me da tiempo a incorporarme y esquivar el golpe, cuando siento un gran dolor en mi hombro, oh joder...
-Para por favor, no sigas. Héctor...-Le digo en un suspiro. Me gano otro golpe con el bate en mi barriga, me encojo tanto por dentro como por fuera.
-Eres una zorra-Más golpes, y esta vez ya no para. Sigue aporreándome con ese bate cada una de las partes de mi cuerpo.
Las lágrimas comienzan a resbalar por mis mejillas, hasta perderse en mis labios. No aguanto este dolor, todo se vuelve algo oscuro, pero sigo consciente. Desearía no estarlo. Héctor sigue insultándome sin piedad pero ya no logro saber lo que me dice, ya no siento los golpes, solo pequeños pinchazos dentro de mí. Mierda, nunca me había dado tanto y tan fuerte, nunca con un bate. Toda su rabia la está descargando sobre mí, y mi cuerpo se queja. Suelto un leve suspiro de dolor y contengo el aliento. Me mareo, pero no consigue que esté insconciente, todavía no. Dentro de mí queda algo, un trozito de fuerza que lucha porque me levante de la cama y huya lejos de aquí. Mi sábana blanca, ahora está algo roja. Toco mi cabeza, sangra, sangra mucho. Me pega un empujón, quedo boca arriba, y me detengo un segundo a mirar el techo, me mareo nuevamente. Héctor se pone encima mía y algo entra dentro de mí. Oh no, ahora esto no.
-Por favor...-Sollozo. Él sigue envistiéndome fuerte, con furia. Héctor no deja de follarme duro, tan duro que me llega a doler. Me quedo paralizada mirando al techo, ni si quiera parpadeo. Todo se vuelve negro, no siento nada, esta vez lo ha conseguido...

(...)

Mi cabeza, me duele mucho. Me intento incorporar, pero apenas puedo. Todo el cuerpo me duele, me froto la cabeza y cierro los ojos fuertemente, conteniendo las lágrimas, recordando lo que ha ocurrido. 

~Justin~

Doy vueltas como un poseso en la cama, sin poder dormir, totalmente asustado. Miro el relog de la mesilla, 5:30 de la madrugada. Casi no he dormido nada, y ya he perdido la cuenta de las veces que me he replanteado ir a casa de Ale y matar a ese cabrón que ella hace llamar "padre de acogida" Mierda, ayer vi como le pegaba una paliza hasta dejarla insconcierte, sin mencionar que la violo. Yo quería ir a su casa, de verdad quería, pero mi madre me lo prohibió terminantemente. Se lo conté todo ayer, y me dijo que no va a permitir que me meta en los problemas de una chica que acabo de conocer. El problema no es ese, el problema esque Ale me gusta, pero no he tenido el suficiente valor para contárselo. Ahora estoy totalmente seguro de que Ale no es una chica para mí, tampoco lo soy yo para ella. Y ahora entiendo porque ella me decía que me  alejara. Me llevo las manos a la nuca, me froto el pelo, exasperado. Ella tenía toda la razón, pero aún sabiendo todo lo que es ella, necesito mantenerme cerca de ella y no sé la razón, tal vez necesito protegerla. Llevo toda la noche debatiendo el no ser amigos nunca más, o simplemente seguir con esto que tenemos. Me mojo los labios con la lengua, recordando nuestro primer beso, que bien sonaba eso. 

~Alejandra~

El despertador empieza a sonar y lo apago a la primera, raramente. Sujeto mi cabeza, me duele tanto que parece que tengo metido cemento en él. Poco a poco me voy incorporando, me mareo unas cuantas veces hasta que intento ponerme de pie completamente. En el baño, mi reflejo asustaría a mas de uno. Pero para mí es normal, aún que esta vez no tanto. En un lado de mi frente tengo un gran corte que sigue sangrando un poco, y mi lado derecho está lleno de sangre seca que anteriormente salió de esa herida. Gracias a dios, no necesito puntos, pero por muy poco. Mi ojo izquierdo esta de un color batante asqueroso, una mezcla de morado, verde y negro que va a ser imposible tapar. Se ha pasado esta vez- pienso. Cierro los ojos con fuerza, al igual que mis puños, e inspiro hondo para relajarme. Sabes que eres fuerte, tú puedes con esto. Mi labio superior está roto y tiene un color semejante al de mi ojo. Miro al lavabo y un preservativo usado está tirado en él. 
-Hijo de puta...-Susurro entre dientes. Ahora es cuando necesito uno de tus abrazos, no me preguntes el por qué pero te necesito mucho, Ryan.
Me quito la camiseta con cuidado, y mi realidad se hace notar más aún cuando veo todo mi cuerpo. Mi espalda está completamente morada y roja, y se pueden incluso notar la forma del bate pegando contra mí. Trago saliva. No quiero verlo, no quiero ver más. Me meto a la ducha e intento poner la mente en blanco, aún que sea por unos instantes.

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Sé que es un poco cortito pero es algo fuerte así que aquí lo tenéis. Espero que os guste y muchísimas gracias por vuestros comentarios de verdad, no sabeís la sonrisa que me sacan :) Volveré con otro nuevo capítulo esta semana! <3

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